miércoles, 5 de septiembre de 2012

Sunday

Primero de todo: Como ya estaba escrito en la otra entrada, 
¡Tengo maleta!

El resumen de toda esta historia viene siendo que no tenía maleta y estaba triste y ahora tengo maleta y estoy feliz.

El viernes, después de dialogar por el chat de la empresa que mandaba mi maleta, me mandaron  a todas las oficinas de correos a preguntar si la susodicha andaba por ahí. (Como veis todo profesionalidad).
La primera parada fue la oficina del centro, donde evidentemente no estaba, no iba a ser tan fácil.
La segunda fue a la oficina de información turística, ya que la otra dirección a la que tenía que ir era completamente desconocida. 
Así que ahí fuimos yo y mi amargura al extrarradio a buscar la maleta. Técnicamente se llegaba fácil: T-bane hasta Helsfyr y luego el bus 68 hasta "Posten nosequé". 
Digo técnicamente porque no fue así.
Coger el metro fue fácil, encontrar el sitio donde paraba el autobús no tanto, y bajarme en la parada correcta ya imposible:
Me bajé en la parada incorrecta, en un polígono, sin nada alrededor, solo camiones, mucha lluvia, un árbol para resguardarse y muchos coches que me miraban al pasar. 
El siguiente bus pasó media hora después... y esta vez me bajé donde debía. Pero allí solo me confundieron más con los números de referencia, que si la maleta entregada ya era la de Sabela y no la de Sabela a mi nombre, Susi también había recibido su maleta, la que estaba a nombre de Marta no estaba localizable... y llegó la hora de cerrar así que me invitaron a irme solamente con la esperanza de que me llamarían la mañana siguiente para decirme si averiguaban algo.

Y no me llamaron. Tuve que llamar yo a la empresa que había contratado la empresa que yo había contratado para enviar mi equipaje... Y mi maleta llegó, sin más, estaba allí, después de tanto tiempo, llegaba sin la etiqueta, completamente sucia y con algún golpe que otro, pero estaba conmigo.

Cambiando de tema, el viernes me tocó a mi ser la bartender novata, pero aún así diría que se me da bastante bien (sobretodo teniendo a Sabela cobrando). Ese día no había demasiada gente así que hubo que carretar bancos, sillas, arrancar posters y recoger colillas del suelo (todo con mucha dignidad excepto lo de las colillas).
Por la noche llegó Fátima, la pobre se tuvo que arreglar rápido y salimos pitando a un concierto, pero al llegar el concierto había acabado y ya no quedaba prácticamente nadie, un fail en toda regla.

La mañana siguiente nos dedicamos a dormir ya que había que trabajar de 20:00 a 3:00. Por la tarde y tras un delicioso arroz tres (o más) delicias hicimos nada, el plan perfecto para alguien que viene a visitar la ciudad.

Y llegó la noche:
Nos mandaron a las tres al ropero, pintaba bien la cosa, pero solo las primeras horas.
El ropero consistía en una barra y detrás una especie de estanterías de metal con ganchos y números. En cada gancho había una tarjeta con el número del gancho correspondiente. Había muy pocas tarjetas y las que habían eran de ganchos que estaban unos detrás de otros. En total habría solamente unas 350 tarjetas para unos 1000 ganchos...

Y llegó el momento en el que nos quedamos sin tarjetas, por lo que no se podía colgar nada más. Había que explicarle a todo el mundo  que estábamos sin espacio, bueno, está claro que espacio había porque los ganchos sobraban, lo que no había era las malditas tarjetas. 
Muy poca gente entendía el tema de las tarjetas de manera que era explicar lo mismo una y otra vez...
Pero llegó un momento en el que la gente se colaba detrás de la barra para dejar sus chaquetas en ganchos sin tarjeta... Un ligero caos... pero Sabela y Fátima me nombraron jefa del cotarro (dado que yo iba bien vestida y ellas llevaban la camiseta del Studio), así que ahí estuve yo, dialogando con noruegos borrachos y muy pesados (pero claramente tan guapos como siempre) para que saliesen del ropero y esperasen a que hubiese espacio. 
Fue ligeramente muy agobiante, dado que Sabela se quedó sin voz y había DEMASIADA gente.
Realmente la cosa se nos daba bien, no perdimos ninguna chaqueta y todo estaba en su ganchito. Pero podría haber sido un gran desastre ya que más de una chaqueta se cayó y luego no estaba claro cuál era su sitio.

Y dieron las 3 y por fin se apagó la música (destacar que estábamos entre dos salas, con dos Djs distintos, pero los dos con unos altavoces excesivamente potentes que hacían que el metal estuviese vibrando todo el tiempo)

Después había la famosa post-party, la pisamos, pero nos fuimos tan pronto como conseguimos la free-memership y nuestras cervezas gratis (¡¡Free Memership!!).
Nos fuimos en taxi, y si, comprobamos definitivamente que la última vez nos habían timado de mala manera...

Hoy tocará ir al Blå, y esperemos que el resto de la semana podamos visitar algo de la ciudad con Fati además de seguir saliendo de fiesta todas las noches e ir a clase... Esperemos conseguirlo!

Marta.




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